YO HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA

YO HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA
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“Hay una gran diferencia entre un evento, y tener vida eterna; un evento es como nuestro nacimiento físico, que cada vez que se cumpla el mes y el día que nacimos lo festejamos, mientras que la vida eterna, es una persona llamada Jesucristo que vive en el espíritu nuestro, con quien requerimos convivir, de día, a día, y llenarnos de su carácter y sabiduría plena, con el propósito de estar completos y capacitados para toda buena obra”
“LA VIDA CRISTIANA NORMAL, ES LA EXISTENCIA DEL SEÑOR JESUCRISTO, VIVIDA Y EXPERIMENTADA, EN EL ANDAR DIARIO DEL CREYENTE, EN EL ESPÍRITU SANTO Y SU PALABRA”. ÉL ES NUESTRA VIDA ABUNDANTE.
UNA FORMA DE PENSAR QUE CONDUCE A LA REBELIÓN
Chris Heath hablo en Rolling Stone de Religión con la estrella del cine Brad Pitt. Y Chris dijo; “Hay un tema al que Pitt se refiere una y otra vez, y es la religión. “Yo la llamo opresión- dice él- porque reprime cualquier clase de libertad individual. Bregué mucho con eso, y mi familia discrepó diametralmente conmigo acerca del asunto”. “Más tarde, cuando comenzamos a debatir acerca de una de las parábolas del NT, comprendí con qué diferente clase de Dios creció Pitt. Para él la parábola del hijo prodigo es un cuento autoritario narrado para mantener a la gente en línea: “Este” explica Pitt: “Es un cuento que dice que si sales e intentas descubrir tu propia voz y encontrar qué funciona para ti y qué tiene sentido para ti, será destruido, humillado y no podrás vivir de nuevo hasta que vuelvas a casa a ajustarte a las normas del padre”. Chris Heath.  Luc.15:11-32; 2Cor.3:17; Gál.5:1-13; Satg.1:25.
Con esta declaración de Brad Pitt; podemos decir que el ser humano está en búsqueda de su propia vida y valía, y que no permitirá que nadie se interponga en su camino de esa búsqueda, aunque se esté dirigiendo a su  propio desastre, La escritura dice:
Luc.14: 25Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les decía: 26«Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y hasta SU PROPIA VIDA, no puede ser mi discípulo. 27El que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. 28¿Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? 29No sea que, después que haya puesto el cimiento, no pueda acabarla y todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, 30diciendo: “Este hombre comenzó a edificar y no pudo acabar”. 31¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? 32Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos le envía una embajada y le pide condiciones de paz. 33Así, pues, cualquiera de vosotros que NO RENUNCIE A TODO LO QUE POSEE, NO PUEDE SER MI DISCÍPULO.
RENUNCIAR A TODO LO QUE UNO POSEE, ES UNA CONDICIÓN, PARA SER DISCIPULO; Es interesante que El Espíritu Santo nunca desvía nuestra atención de Cristo así mismo, a sus dones, o ministerios, sino que revela a Cristo en una forma más plena. Hoy en día corremos el mismo peligro. No hay nada más profundo ni más elevado que conocer a Jesucristo. Dios nos da todo con  ese fin. Ese “Único Espíritu” nos es dado para que podamos conocer “La anchura, la longitud, la profundidad y la altura” del amor de Jesucristo, teniendo un “espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento del ÉL: Jesucristo: Todo en todos Ef.1:17. Se puede observar que la tradición, cuando se convierte en una camisa de fuerza y poder esclavizaste es una maldición. La teología tradicional, la verdad y la revelación parciales, pronto se vuelven ley. La conciencia es totalmente atada, como hacen los chinos con los pies de sus pequeños, cerrada a todo futuro progreso. Por consiguiente; Jesús nos aclara de tres maneras como el ser humano está en búsqueda de la vida:
HALLAR LA VIDA:
En: Mat.10: 37El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; 38y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. 39El que halle su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
El sentido doble que tiene la palabra “vida”, es decir; una vida inferior y una superior, la natural y la espiritual, la temporal y la eterna. El sacrificio entero de la vida inferior, con todas sus relaciones e intereses, o lo que es la misma cosa, la buena disposición de hacer este sacrificio, es indispensable para la conservación de la vida superior; y la persona que no pueda llegar a entregar la una por amor a la otra, eventualmente perderá las dos. Desglosemos el verso:
  • El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí;
  • El que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí;
  • Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.
  • El que halle su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
¿Dónde hallamos la vida verdaderamente?
AMAR LA VIDA:
Jn 12: 24De cierto, de cierto os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere, lleva mucho fruto. 25El que ama su vida, la perderá; y el que odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 26Si alguno me sirve, sígame; y donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará.
Me pregunto, ¿Pensaba nuestro señor excluirse a sí mismo de la operación del gran principio aquí expresado: La renunciación de sí mismo, la ley de preservación de sí mismo, y su contrario la preservación de sí mismo y la ley de destrucción  de sí mismo?. El cumplió esta doble perspectiva de la vida a la cual hace alusión: “El que ama su vida la perderá”, él podía tomar su vida, porque sometió su vida natural, a la vida de Dios en él, y se entregó a la dependencia del Espíritu Santo de Dios.
SALVAR SU VIDA:
Mar.8: 34Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: —Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. 35Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará, 36porque ¿de qué le aprovechará al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? 37¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? 38Por tanto, el que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo se avergonzará…”.
El Hombre no quiere reconocer que la vida es de Dios, y él es propietario de toda alma:
  • Det. 32: 6 ¿Así pagáis a Jehová, pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu padre, que te creó? Él te hizo y te estableció. (o te formó).

  • Ez.18: 4He aquí que todas las almas son mías: como el alma del padre, así el alma del hijo es mía. El alma que peque esa morirá.

  • Rom: 14: 7Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. 8Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. 9Cristo para esto murió, resucitó y volvió a vivir para ser Señor así de los muertos como de los que viven. 1Cor.6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros?, 20pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

El Hallar, Amar y Salvar la vida inferior a costa de la vida superior es perder ambas eventualmente.
En conclusión, Jesucristo es nuestro modelo de desprendimiento de esta vida natural, como la vida misma, que necesitamos recibir.
YO HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA
Recordemos que la vida eterna no es algo que obtenemos cuando morimos físicamente. Estamos eterna y espiritualmente vivos desde el momento en que nacemos de nuevo, por el contrario, sino nacemos de nuevo, tendremos una eternidad sin Cristo Jesús en nuestras vida Col.3:4
Como dije anteriormente, estar espiritualmente vivo, significa que nuestro ser integral, Espíritu, Alma y Cuerpo, está en unidad con Dios. Significa que estamos “en Cristo”, y que Cristo está en nosotros, no es un  relato histórico de los treinta y tres años en que apareció en la carne. La realidad es que, Yo soy su cuerpo Él es mi Vida. Usted es su cuerpo y Él es su Vida. A causa de esta unión, en nuestro espíritu, decantamos en ser, su cuerpo, donde vive, esta vida, y pasamos a denominarnos cristianos, porque somos parte de él.
“Hay una gran diferencia entre un evento, y tener vida eterna; un evento es como nuestro nacimiento físico, que cada vez que se cumpla el mes y el día que nacimos lo festejamos, mientras que la vida eterna, es una persona llamada Jesucristo que vive en el espíritu nuestro, con quien requerimos convivir, de día, a día, y llenarnos de su carácter y sabiduría plena, con el propósito de estar completos y capacitados para toda buena obra”

Profundicemos más sobre nuestra «Vida», ella, es una de las palabras características del apóstol Juan, quien la usa de dos formas distintas en su Evangelio. La primera para referirse a todo tipo de vida como la conocemos en el universo (Juan 1.3–5). Esa vida tiene su origen en el Señor Jesús. Juan dice que «sin Él [Jesús, el Logos de Dios] nada de lo que ha sido hecho fue hecho» (1.3).

Más importante todavía: vida significa “existencia eterna”. «Vida, en Juan, se refiere de manera característica a la VIDA ETERNA, AL DON DE DIOS POR MEDIO DE SU HIJO». También es muy característico de Juan el uso de esta palabra con o sin el artículo determinado, para referirse a «la vida» o «la vida verdadera»; la vida del Señor Jesús con los creyentes cuando por su Espíritu viene a morar en ellos (Juan 14–17).

Para Juan, por tanto, la verdadera vida humana es la eterna; UNA VIDA DADA, SÓLO POR DIOS, SÓLO A LOS CREYENTES EN CRISTO (Juan 1.4; 3.15–16, 36) (Véanse también Juan 5.24, 26, 29, 40; 6.33, 35, 48, 58; 8.12; 12.25; 14.6; 20.21; 1 Juan 1.1–3; 3.14 y 15, 5.11–13, 20; Apocalipsis). El apóstol intercambia más de quince veces «vida» y «la vida» por «vida eterna». El hecho de que para Juan la verdadera vida humana sea la eterna, resulta evidente en Apocalipsis. Allí, esta palabra se utiliza casi exclusivamente para referirse al:
  • «árbol de la vida» (2.7; 22.2, 14),
  • «la corona de la vida» (2.10),
  • «el libro de la vida» (3.5; 13.8; 17.8; 20.12, 15; 21.27; 22.19) y el
  • «agua de vida» (21.6; 22.1, 17).

La asociación del hombre con estas fuentes de vida, le une al don de Dios de la vida eterna (1.17–18; 2.7, 10, 11; 11.11; 21.6; 22.1–12, 17).

Pero «vida eterna» no es un término que indique sólo duración ilimitada, sino también la calidad de una vida que posee el creyente en la actualidad.
La vida eterna, es el tema central de la enseñanza de Jesús según Juan, sin embargo, en los Evangelios sinópticos [Mateo-Lucas], lo constituye la proclamación del reino de Dios. Además, el principal énfasis en Juan se hace sobre la vida eterna como experiencia presente, un énfasis marcadamente ausente en los Evangelios sinópticos y el judaísmo.
No se niega el carácter orientado hacia el futuro de la vida eterna, se puede señalar, que cuando Jesús dijo: «El que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida» (Juan 3.36), se estaba refiriendo al destino final de la humanidad. Este carácter escatológico de la vida se percibe de manera más clara en Juan 12.25:
«El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará»

Se puede afirmar que en la anterior declaración y en otras citas de Jesús, Juan «expone con mayor claridad la estructura antitética de las dos eras que los dichos de los Evangelios sinópticos en que aparecen esos mismos pensamientos» (Marcos 8.35; Mateo 10.39; 16.25; Lucas 9.24; 17.33).

Además, sólo Juan ha dado a esas declaraciones «una forma que alude obviamente a la antítesis judía de las dos eras». En Juan 4.14, 6.27 y 5.29 se hablan de «vida», «vida eterna» y «resurrección de vida», todo ello con la vista puesta en la era futura, lo cual se relaciona demasiado con Daniel 12.2:
«Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua».

Todos estos dichos «presentan la vida como una bendición escatológica»; es decir, una bendición dada en el tiempo del cumplimiento de las promesas de Dios. A la vez, lo que distingue a Juan de los demás evangelistas es la VIDA ETERNA COMO POSESIÓN PRESENTE DEL CRISTIANO”.

Entonces, esta vida eterna en las cuales estamos en posesión presente, todos lo que hemos creído y recibido a Jesucristo, no sólo viene por:
  • Mediación de Jesús y su Palabra,
  • Sino que reside en su misma persona (5.26).
  • Él es el pan de vida (6.51ss)
  • y el agua de vida (4.10, 14).
  • Dios es la fuente final de la vida; pero el Padre ha concedido al Hijo tener vida en sí mismo (5.26). Por lo tanto, Jesús podía decir: «Yo soy la vida» (11.25; 14.6).

En Juan 10.10, Jesús expresa que los “creyentes pueden poseer la vida de la era venidera en el tiempo presente y en abundancia”. He aquí la vida cristiana normal: “Y para que la tengan en abundancia”

Una de las ventajas de esta vida abundante, es que los cristianos en problemas, podemos volver una y otra vez a la Palabra, arrodillados rostro en tierra solos ante Dios. Y allí, en voz alta, podemos leerle al Señor, y a nosotros mismos, sus promesas. Necesitamos oírselas decir a nuestros propios labios y escucharlas con nuestros propios oídos incrédulos. Hoy es el debido tiempo, su impacto viviente encenderá nuestra alma con la seguridad de lo que ya somos y tenemos por la simple fe en Cristo. El Espíritu Santo de Dios, (que ampliare en otros estudios, de ÉL más adelante) que mora en nosotros, llenará nuestros corazones de gozo y confianza.

También podemos hablar en voz alta al mundo espiritual: a los demonios de la duda, la incredulidad, la dureza de corazón, el derrotismo, la ira, la autocompasión, la depresión, el rechazo y la vergüenza, que han mentido siempre a nuestro pensamiento, es decir toda emoción o trauma, con lleva detrás un pensamiento de mentira. Nos han dicho que somos unos frustrados, demasiado pecadores, incrédulos; que estamos muy heridos, desilusionados y que otros nos rechazan, incluso el mismo Dios, a causa de nuestros antiguos fracasos; que somos extremadamente tercos, rebeldes y duros de corazón, para lograr algún día disfrutar la vida cristiana normal.

Como sucede siempre, esos pensamientos provienen de personas heridas con traumas o algunas endemoniadas que son mentirosos. Nos han estado mintiendo acerca de nuestra identidad en Cristo. Todas las promesas de Jesús se refieren a cada uno de nosotros. Fueron hechas a nosotros o para nosotros (Juan 6.33–58), a fin de ayudarnos a vivir abundantemente.

Lo contradictorio de lo anterior, es que, siempre estamos declarando algo, consciente o inconscientemente, nos hemos estado declarando lo que nosotros no queremos, en nuestra vida, en vez de negarnos a participar en conversaciones que incluyen sospechas, dudas, temor, preocupación o chismes, nos hemos expuesto. Esta exposición, ha formado un monologo interno, es decir, el monólogo interior, es la voz interior habitual, que se hace patente a los demás cuando cada uno habla o reacciona, y este monologo se ha formado por nosotros mismo, inconscientemente. En Mateo 12:37 dice: “Por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. Somos responsables de la intención del pensamiento como de lo que decimos. Recuerde declarar es fomentar o reforzar lo que usted quiere en su vida. Es poner en sintonía su habla con su confianza en las Promesas de Dios.

El vivir continuamente con un  monologo dual nos frustra, crea ansiedad, desconfianza en nosotros mismos, es decir, pensamos en nuestro potencial, al pensar una cosa primero y otra después, por ejemplo:
  • Pensamos en la gracia de Dios y después nos sentimos culpables por nuestras faltas.
  • Pensamos en el poder tremendo de Dios, y después hablamos de cómo no nos podemos librar de este pequeño insecto mental.
  • Pensamos en la abundancia y luego, segundos más tarde, nos preocupamos por las facturas.

Esta dualidad interna no es saludable, para nuestra mente, este bombardeo de contradicciones mentales nos encierra en cualquier comportamiento que ya se ha convertido en un hábito. Aunque por fuera nos esforcemos todo lo que podamos, pronto volvemos al comportamiento motivado desde el interior. No tiene que ser de esa manera. En la aplicación de la Palabra de Dios y nuestra intimidad con el Espíritu Santo de Dios, encontramos la solución.

Entonces, la vida abundante nos asegura lo que somos en Cristo. Es una realidad porque Jesús, que es nuestra vida, mora en nuestro interior.

Cuando comprendemos quiénes somos en Cristo, y que mora en nosotros, en primer lugar, lo afirmamos ante Dios en oración. Es decir, cuando aplicamos y oramos la palabra en lo que Cristo ha hecho por nosotros le llamamos “oración doctrinal”, por ejemplo, cuando hay dolor; oro:
  • “Señor, tú has dicho, que todo lo puedo en ti, que me fortaleces”
  • o “Todo ayuda a bien conforme a tus propósitos he sido llamado”,
  • o “llevo cautivo todo pensamiento a los pies de Jesucristo mi Señor”.

Otra compañera de oración es la que a menudo se denomina “oración de guerra”, cuando tomamos autoridad sobre aspectos espirituales, como por ejemplo:
  • “Reprendo todo espíritu, de confusión, por el poder del Espíritu Santo que mora en Mí”, etc.

El declararnos a nosotros mismos, quiénes somos en Cristo, y la realidad de la plenitud de su presencia en nuestras vidas, tenemos victoria y estabilidad, e integridad. Es propio, hacer una declaración de oración de fe, la cual llevar con uno mismo, para leer y repetirlo veinte veces al día, así como una agenda diaria. Y que esta declaración, este dirigida tanto a Dios, como a uno mismo, para mantener apartado, por un lado, nuestro propio sentido de debilidad, insuficiencia e inutilidad, y por otro, los necios sentimientos de orgullo y autosuficiencia. Luego, pronunciamos nuestra palabra de testimonio ante todas las potestades del mal que se nos hayan asignado. Y cuando declaramos quiénes somos en Cristo, lo que ha hecho y hace, que ahora mora en nosotros en su plenitud y por lo tanto estamos «completos en Él» (Colosenses 2.6–10; véase 2 Pedro 1.2–4), comenzamos a fortalecernos en Él mismo y en el poder de su fuerza (Efesios 6.10). Entonces somos capaces de afirmar con autoridad: «Si Dios está conmigo, ¿quién contra mí? Soy abrumadoramente vencedor por medio de Aquel que me amó». Lea el siguiente estudio de: “LA CLAVE DE LA VIDA ABUNDANTE”