LA PODEROSA SANGRE DE JESUCRISTO

LA PODEROSA SANGRE DE JESUCRISTO

Hay poder y redención para todos y cada uno de nosotros en la sangre de Jesucristo. Por lo general las personas piensan que cada uno debe pagar por sus pecados, ya sea ahora o en otra posible existencia. La revelación cristiana es la gloriosa verdad que Jesucristo lo pago todo por todos. Nuestras dudas nos traicionan cuando nos impiden comprobar en nuestra propia experiencia el poder limpiador de la sangre de Jesucristo.
La palabra dice:
"Así pues, hermanos, ustedes deben saber que el perdón de los pecados se les anuncia por medio de Jesús" (Hechos 13:38, VP), proclamaba el apóstol Pablo.
Requerimos entender que:
  • El verdadero perdón es tan importante como la cruz sobre la cual Cristo lo compró.

  • Ningún hombre puede entender el perdón a menos que lo compruebe por experiencia propia.

  • Si el gozo que resulta del perdón pudiera ser comunicado a otros, posiblemente algunos lo creerían demasiado maravilloso para creerlo.

  • De lo que sí podemos estar absolutamente seguros es que el perdón divino no es un cuento de hadas o algo subjetivo que nos gustaría ver cumplido.

  • El perdón tiene su fundamento en la roca, en la verdad histórica del sacrificio redentor de Jesucristo. Él fue quien sufrió, "el justo, por los injustos, para llevarnos a Dios" (1 Pedro 3:18).

  • La cruz no fue imaginaria. Era sangre real y verdadera la que en ella se vertió, y es esta sangre la que en verdad limpia de pecados, y hace mucho más.
APLICANDO LA SANGRE EN NOSOTROS:
En toda la Biblia, al hablar de la sangre de Jesús, no se utiliza otro calificativo que "preciosa"; únicamente la sangre de Jesús es reconocida así. En toda la historia del pueblo de Dios, Israel, millones de animales fueron sacrificados para la expiación de los pecados, pero la sangre de ellos no era preciosa. Los sacrificios de Israel en el Antiguo Testamento simplemente servían para cubrir de sangre los altares, eran símbolo de lo que habría de venir.
Supongamos ahora que usted tiene una mesa con una mancha enorme de pintura. Cuando vienen visitas, usted cubre la mancha con un mantel para que nadie la vea, pero la mancha solamente está cubierta, no ha sido quitada. Este es el significado del término "expiación" en el Antiguo Testamento, cubrir. Los ríos de sangre de millares de animales sacrificados no eran capaces de "limpiar" de pecados sino apenas cubrirlos momentáneamente. Eso explica el entusiasmo de Juan el Bautista, cuando vio a Jesús acercándose a él en el Río Jordán y exclamó:
"¡Miren, éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!" (Juan 1:29, VP).
La sangre de Jesús actúa "debajo del mantel" y detrás de cada fachada; actúa directamente sobre los problemas y pecados de todos aquellos que ponen su fe en Jesucristo. Únicamente la sangre del Cordero de Dios, tiene poder para salvar. El sacrificio de Jesús en la cruz fue suficiente para hombres y mujeres, de todas las edades.
Usted debe recordar los hechos de que, mientras Jesús iba por el mundo liberando a las personas de la opresión de Satanás, el antiguo engañador, lo observaba. Los ciegos veían, los paralíticos caminaban, gente era sanada de muchas enfermedades. Pero, Cristo destruyó las obras del diablo paulatinamente, en cada caserío, comunidad. Y al ver los resultados, Satanás, rechinaba los dientes y planeó destruir a Jesucristo el Señor. Sembró la maldad en el corazón de muchos hombres religiosos, políticos y la plebe, para que crucificaran a Jesús. Contempló con perversa satisfacción cómo las misericordiosas manos del Maestro, y sus pies, eran atravesadas por los clavos y sujetas a un madero; manos que pensó, no le causarían problemas: asunto terminado. ¡Qué gran error cometió Satanás! ¡Precisamente aquella preciosa sangre que se derramó, era y es, la que hoy destruye su dominio sobre hombres y mujeres en todo el mundo!
Hay ateos, que no creen que hubiera poder alguno en la sangre de Jesús. Argumentan, que "Hace 2000 años, que se derramó la sangre de Jesús, y si hubiese poder alguno en ella, como se dice, las cosas no estarían en tan lamentable estado". Pero se puede responder a ese argumento: "Que, también hace mucho que conocemos el jabón y lo hay en todas partes, sin embargo todavía hay personas sucias. Las personas no son limpias simplemente porque exista el jabón, ni siquiera quienes trabajan en una jabonería. Si usted quiere saber lo que puede hacer el jabón, necesita apropiarse de él y usarlo. ¡Entonces verá el efecto! De la misma manera sucede con la sangre de Jesús. No es suficiente saber de su existencia, cantar de ella, o predicarla. Yo ahora lo desafío a usted, a que "Aplique la sangre de Jesús a su propia vida llena de pecado, y usted se sumará a los cientos de miles de personas en el mundo entero que cantan y dicen:Hay poder, sí, sin igual poder en Jesús, quien murió: hay poder, sí, sin igual poder en la sangre que él vertió".
LA SANGRE DE JESUCRISTO ES DISTINTA DE TODA OTRA SANGRE
La nuestra es sangre común, pero la de Cristo es sangre santa. Hay poder en la sangre de Jesús porque ningún hombre que jamás haya vivido tuvo sangre como la de Él. La sangre de Jesús es santa simplemente porque la Biblia la define como "preciosa". Hay, sin embargo, algunos detalles con respecto a la sangre que resultan muy interesantes. En el momento de nuestra concepción, todos heredamos características de grupo y factor de sangre. Por lo general, un análisis de sangre permite determinar si cierto hombre fue o no padre de cierto niño. La sangre de un niño y la de su verdadero progenitor ofrecen elementos que permiten establecer, científicamente alguna posible relación genética. Existen quince grupos de sangre humana, además de un número de grupos detectados solamente en algunas familias aisladas y otros que se encuentran presentes prácticamente en todos los individuos. Según el Dr. James V. Linman: "Un solo sistema puede incluir uno o varios antígenos o factores de grupo sanguíneo. Es posible un número infinito de combinaciones, hasta parece posible que el tipo de sangre de una persona sea tan individualmente específico como lo son sus huellas digitales". (Hematology p. 976, Dr. James V. Linman) El Dr. Linman menciona también que el Rh de una madre puede ser positivo y el de su bebé negativo. La sangre de la madre alimenta al feto por medio de la placenta, la cual a su vez evita que la sangre de ella entre en las venas de su bebé, a menos que algún daño provoque una pérdida. (Practical Student Obstetrics, p. 40, Drs. S. Hender y V. R. Tindall; Practical Obstetric Problems, p. 981, Dr. Ian Donald)
Sin embargo, con Jesús se presenta una nueva situación: ¡Él no tenía padre terrenal, humano! No sería posible "agrupar" su sangre porque era única. Su sangre es independiente de toda herencia genética. El padre de Jesús fue el Padre Celestial. La Biblia explica cuidadosamente esto. Dios inspiró a Lucas, "el médico amado", para que nos contara los detalles, los cuáles seguramente recibió de María, la madre de Cristo. Ella podría hablar sin pudor con un médico, de modo que San Lucas nos brinda este informe:
"Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios." (Lucas 1:34-35).
María y José estaban comprometidos, pero aún no habían convivido como marido y mujer. María, una mujer virgen, había concebido por un milagro de Dios. Por lo tanto Cristo no tenía factores sanguíneos heredados de José o de los antepasados de José. Jesucristo fue "el unigénito del padre" (Juan 1:14). Con respecto al tipo de sangre de María, una mujer puede dar a luz un hijo que tenga un grupo sanguíneo incompatible con el suyo propio. En el vientre, el bebé desarrolla su propia sangre, que hasta puede ser de un tipo opuesto al de su madre. ¡La sangre de Jesús fue su propia sangre divina, y eso constituye el secreto de su poder!
Además de él hubo solamente un hombre cuya sangre no fue recibida por vía genética: Adán, el primer hombre, mencionado en Lucas 3:38 como "de Dios" en cuanto a su ascendencia, es decir, una creación especial sin antepasado humano alguno. La Biblia llama a Jesús "el postrer Adán" (1 Corintios 15:45), es decir, el último del cual anteriormente hubo sólo uno. Su cuerpo, al igual que el de Adán, especialmente "preparado" como dice la Biblia en Hebreos 10:15. Dios hizo que María concibiera un hijo varón sin pasar por las necesidades biológicas normales, porque "nada es imposible para Dios". Sin embargo, existe una gran diferencia entre el primer Adán y el segundo: "El primer hombre, hecho de la tierra; el segundo hombre es del cielo" (1 Corintios 15:47, VP). La contaminación de Adán por el pecado corre por las venas de todos nosotros, pero por las razones recién señaladas, no circuló por la sangre de Jesús. Su sangre es santa. En la naturaleza se conoce el nacimiento sin intercambio sexual como origen, o sea partenogenesis. No se sabe, sin embargo, por qué algunas especies pueden reproducirse sin la participación de machos y hembras como sucede con la pulga acuática y el rotífero, en cambio otras especies no tienen esta peculiaridad. (Prof. John Maynard-Smith, Daily Telegraph, 4 de junio de 1990) La posibilidad existe, sin embargo sin lugar a dudas, el nacimiento de Cristo fue sobrenatural, totalmente diferente de cualquier tipo de partenogénesis.
LA SANGRE DE JESUCRISTO ES LA DE DIOS
Cosas aún mayores se nos revelan. La Biblia declara que la sangre de Cristo es en realidad la sangre de Dios. Hechos 20:28 habla de "la iglesia de Dios, que él compró con su propia sangre" (VP). ¿Cómo es esto posible, teniendo en cuenta que Dios es Espíritu? Un espíritu no tiene carne ni sangre. La respuesta es simple: "La Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros" (Juan 1.14, VP). En el vientre de la virgen María, la deidad y la humanidad se unificaron. La sangre de Jesús es la sangre de Dios el Hijo. Sangre divina. La sangre del Todopoderoso es totalmente eficaz. Desde el punto de vista jurídico, un individuo puede derramar su sangre (dar su vida) en lugar de otro, aunque solamente por uno. Pero la sangre de Jesucristo no está sujeta a tal limitación. Aquí interviene el carácter infinito de Dios. La sangre del Hijo de Dios tiene "gracia para cubrir todo mi pecado", y asimismo todo el pecado del mundo. Dios demostró el poder de la Sangre cuando Israel salió de Egipto. Los israelitas debían sacrificar y comer el cordero de la pascua. Si una familia era demasiado pequeña, podía compartir el cordero con otra familia (Éxodo 12:4). Esta es una hermosa caracterización de Jesús, el Cordero de Dios demasiado grande para una sola familia; también para la familia de Judas Iscariote, quien entregó a Jesús como cordero a los sacerdotes, o para los apóstoles en la última cena. Uno de ellos posiblemente estaba pensando en esto cuando escribió:
"Él es la expiación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino por los de todo el mundo " (1 Juan 2:2, RVA).
Más adelante, en visiones, Juan ve "una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones... que han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero" (Apocalipsis 7:9,14).
LA SANGRE QUE HABLA MEJOR QUE LA DE ABEL
En Hebreos 12:24 se nos dice que la sangre de Jesucristo nos habla mejor que la de Abel. Abel fue asesinado por su hermano Caín. ¿Qué dijo su sangre y qué dice la sangre de Jesucristo? "La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora, pues, maldito seas tú [Caín] de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano " (Génesis 4:10-11). La sangre de Abel denunciaba muerte y asesinato, y reclamaba venganza. La sangre de Cristo también tiñó la tierra. ¿Pero qué palabras mejores pronuncia? ¡Habla de vida, y no de muerte!
  • La sangre de Abel es sangre de muerte, pero la sangre de Jesús es sangre de vida.
  • La sangre de Abel exigía venganza, pero la sangre de Jesús ofrece perdón, como escribiera Charles Wesley: "Cinco heridas sangrantes lleva El, en el Calvario recibidas; de ellas manan oraciones eficaces, y oran por mí con poder. Perdónalo, oh perdona, gimen ellas; ¡no permitas que muera ese pecador por quien se ha pagado el rescate!"
  • Caín fue castigado por la muerte de Abel, pero nadie recibió castigo o sufrió por la muerte de Cristo. Por el contrario, Cristo sufrió la muerte por causa nuestra.
  • El Calvario no dio origen a venganzas ni represalias.
  • Recuerden la historia, el asesinato del Archiduque Ferdinando desencadenó la Primera Guerra Mundial, pero Cristo hizo "la paz mediante la sangre de su cruz" (Colosenses 1:20).
  • Cuando los soldados usaron martillo y clavos para sujetar el cuerpo vivo de Jesucristo a los travesaños de madera, su sangre los salpicó. En todo el sentido de la palabra, las manos de ellos estaban manchadas con la sangre de Cristo. Sin embargo, Jesús continuó orando, "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34). Si Dios perdonó el pecado de aquellos soldados, fue solamente a través de esa sangre que ellos hicieron correr.
"No hay perdón de pecados si no hay derramamiento de sangre" (Hebreos 9:22, VP), y esto es solamente por la sangre de Jesucristo.
SANGRE DE JESUCRISTO ES VIDA Y PRODUCE VIDA
La sangre de Jesús produce vida. El mismo lo afirmó,
"El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero" (Juan 6:54).
"Beber" es, por supuesto, una figura retórica; no es algo literal, porque Jesús aún estaba vivo cuando lo decía. Lo que significa es apropiarse del perdón de Dios a través de la sangre de Jesús, por la fe, y aplicar espiritualmente el poder de su sangre a nuestra necesidad. Y aquí es donde la inmensidad de la obra realizada en el Calvario se nos hace patente. Cuando la lanza, atravesando el costado de Jesús abre su corazón y de él corren sangre y agua, también el corazón de Dios se abre. El río de vida que fluyó sobre la cruz inició una fuente eterna de vida y de misericordia. "Y sigue fluyendo, tan fresca como siempre, del costado herido de mi Salvador".
Por lo tanto, había un solo camino:
"¡Miren, éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!" (Juan 1:29, VP).
"La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7).
Su sangre lo quita todo. Algunos creen que las aguas del bautismo pueden limpiar su alma. Al ser sumergidos en agua, imaginan que la ceremonia religiosa les ha lavado de su pecado. Sin embargo, esto no es cierto. Si las aguas del bautismo pudiesen quitar nuestro pecado, Jesucristo nunca habría necesitado sufrir una muerte tan cruel; pero no había alternativa.
SOMOS RESCATADOS POR LA SANGRE DE JESUCRISTO
La Biblia se refiere a nosotros como habiendo sido "rescatados... con la sangre preciosa de Cristo" (1 Pedro 1:18-19), lo que significa que fuimos redimidos, comprados nuevamente, "readquiridos" por Cristo. Al seguir a Satanás y al pecado, el hombre se "vendió" a sí mismo al diablo y necesitaba ser rescatado. ¿Podemos pensar entonces que cuando Jesús pagó por nuestro rescate con su sangre preciosa, esa sangre le fue pagada a Satanás? ¡No, nunca! El precio de nuestra salvación ingresó a la Corte de la Justicia de Dios como se nos dice en Hebreos 9:24-26. El Señor pagó el precio total. ¡El dinero para nuestra salvación no estaba en su bolsillo, sino que corría por sus venas! ¡No hubo discusiones sobre precio, reintegro, descuento o regateo posible! Jesús dio hasta la última gota de sangre de su corazón por nosotros. ¡Por lo tanto nuestra salvación no puede ser puesta en duda por ninguno en la tierra, en el cielo o debajo de la tierra, ni ahora ni en la eternidad!
Nótese la importancia vital de la sangre del Señor Jesús:
“No por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre” Heb.9:12
“¿Cuánto más la sangre de Cristo… limpiará vuestras conciencias de obras muertas..? Heb.9:14
“…teniendo libertad para entrar en el lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo” Heb.10:19
LO QUE USTED DEBE HACER AHORA
En Juan 6:37, Jesús dejó esta promesa: "AL QUE A MI VIENE, NO LE ECHO FUERA". Esto lo incluye a usted, quienquiera que sea y donde quiera se encuentre. Si usted repite la siguiente oración de lo profundo de su corazón, Dios la oirá y la responderá, y le salvará allí mismo, instantáneamente. Si usted aún no es un hijo o una hija de Dios, y quiere ser limpiado de su pecado a través de la sangre de Jesús a fin de recibirlo a él como su Salvador personal, le invito a elevar la siguiente oración desde lo profundo de su corazón.
Querido padre que estás en el cielo, Vengo delante de tu presencia en el nombre de Jesús. Pongo delante de ti todos mis pecados, problemas y vicios. Quiero que me laves ahora con la sangre preciosa de Jesús, la cual él derramó en el Calvario. Quiero que rompas toda atadura de pecado y todo pacto con Satanás en mi vida y en mi familia. Quiero que me marques exteriormente con tu sangre preciosa. Quiero ser tuyo, alma, cuerpo y espíritu, ahora y por la eternidad. Señor Jesús, pongo mi fe en ti y solamente en ti, Tú eres el Hijo del Dios Viviente. Creo con todo mi corazón lo que en este momento confieso con mi boca: tú eres mi Salvador, mi Señor y mi Dios. Ahora he nacido de nuevo y soy un hijo de Dios. Lo creo y lo acepto, en el nombre de Jesús. AMEN"