LA CLAVE DE LA VIDA ABUNDANTE

LA CLAVE DE LA VIDA ABUNDANTE


Podemos preguntarnos, ¿Cómo entramos en esta vida abundante? ¿Cómo hemos de vivirla en nuestra experiencia diaria? Aunque se trata de preguntas sencillas, las respuestas a las mismas, evidentemente, no lo son, a pesar de que uno pueda pensar que deberían serlo. Después de todo, si se trata de la vida que Jesús vino a darnos (y así es) y si Él es esa vida (como sucede), ¿dónde está lo difícil?
La dificultad es al menos doble. Por un lado, reside en el interior de cada uno de nosotros, como sucedía con los discípulos. Al igual que ellos, también arrastramos, eso que llamamos carne. La vida de la carne (o del yo) y la vida de Cristo luchan de continuo entre sí. De modo que cualquier intento de practicar la vida abundante en este mundo implica un conflicto espiritual.

En segundo lugar, todos tendemos a fijarnos en alguna dimensión de la vida abundante revelada en la Escritura, «darle un nombre» y declarar que esa es la clave para vivirla a plenitud. Hace años, el fallecido Dr. V. Raymond Edman, presidente entonces de la Universidad Wheaton, escribió un libro fascinante llamado They Found the Secret [Encontraron el secreto]. Se trata de una serie de biografías cortas de algunos de los hombres y mujeres más piadosos de la historia que vivieron la vida abundante de una forma clara. Edman señala que todos describían esa vida en sus propios términos. Algunos ejemplos son:
  • vida victoriosa,
  • vida abundante,
  • vida transformada,
  • vida llena del Espíritu,
  • vida rendida a Dios,
  • vida obediente,
  • vida de permanencia,
  • vida fructífera,
  • vida apacible,
  • vida de reposo, etc.

Pues bien, todas esas, son descripciones diferentes de la misma realidad; y dicha realidad consiste y está en este enunciado, en que:  

“La vida cristiana normal, es la existencia del Señor Jesucristo, vivida y experimentada, en el andar diario del creyente, en el Espíritu Santo y su Palabra”. Él es nuestra vida abundante.

Jesús implica esto en Juan 10 cuando se presenta como la puerta a la vida abundante (vv. 7–9). Sus ovejas le pertenecen (vv. 14, 16) y dice que le conocen como Él conoce al Padre (vv. 14, 15, 27–30). Él es uno con el Padre. Sus ovejas son también uno (aunque en un nivel distinto, ya que se trata de seres creados) con Él.

Él da a sus ovejas «vida eterna» (vv. 27–29). Esto es calidad, y no solo duración. Se trata de la vida de Dios que Jesús tiene con el Padre y que comparte con sus ovejas (Juan 5.26; 10.28–29).

Por último, Jesús dice repetidas veces en el evangelio de Juan que esta vida es resultado de su presencia en ellas mediante la morada del Espíritu Santo, como se ha mostrado en el estudio anterior a este (Juan 4.13, 14; 6.41–58; 7.37–39; 11.25–26; 14.1–18, 25–27; 15.1–11; 17.1–23).

Creo que todos estaríamos de acuerdo con lo dicho hasta ahora. La cuestión es: ¿De qué manera entramos en esa vida?

Tal vez se trate de una de las preguntas más difíciles y polémicas que hayan confrontado los creyentes durante los dos mil años de la era cristiana. Desde luego, como otros, no espero contestarla a gusto de todos. He visto cientos de libros que intentan resolverla. Y he leído muchos de ellos, aun en mi propia biblioteca, tengo dedicada al asunto, compuesta por más de cien libros diferentes. He leído las evidencias e historias de avivamientos. Todos ellos excelentes; todos contienen parte de la respuesta; sin embargo, ninguno es la respuesta. Por ejemplo:
  • Algunos hacen hincapié en la crisis: uno entra en esta vida abundante mediante una crisis subsiguiente a la salvación.
  • Otros destacan el proceso: la vida abundante se vive creciendo progresivamente en Cristo.
  • Otros aun, enfatizan la crisis y el proceso a la vez.

Entonces, veamos  las coincidencias, descubriendo aquellas áreas comunes en Cristo, así como lo han descubierto otros.
  • En primer lugar, se trata de una crisis: Es la crisis de la salvación. Nacemos de nuevo. Cristo, por su Espíritu, viene a vivir en nosotros. «Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!» (Gálatas 4.6).

  • A continuación viene el proceso: Pablo lo describe de esta forma, dando su testimonio personal en cuanto al secreto de la vida abundante: «Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí» (Gálatas 2.20a).

  • Por último, esto conduce a un proceso de crisis. El apóstol lo expresa de esta manera: «Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros» (Gálatas 4.19). Es Cristo naciendo en nosotros (Gálatas 4.6). Es Él viviendo su vida en nosotros (Gálatas 2.20). La meta es que Cristo “sea completa y permanentemente formado y moldeado en nosotros”. Gálatas 4.19.

  • Ahora esta formación de Jesucristo en nosotros, está determinada por un despertar de un arrepentimiento: "LA PROFUNDIDAD DEL AVIVAMIENTO SERÁ EXACTAMENTE PROPORCIONAL A LA PROFUNDIDAD DEL ESPÍRITU SE ARREPENTIMIENTO QUE TENGAMOS"

En síntesis:
  • Entramos al nacimiento espiritual por medio de una Crisis.
  • Contamos con la vida de Jesucristo en nosotros.
  • Caminamos en el proceso, en una actitud y profundidad de arrepentimiento, aprendiendo, obedeciendo, comprometiéndonos y siendo fieles, pasando por algunas crisis en diferentes etapas, hasta que la naturaleza de Cristo es formada y manifestada en nosotros.

Esta perspectiva es lo bastante bíblica, y amplia, como para ajustarse a todos los énfasis particulares, acerca del camino a la vida abundante dados por los creyentes de todos los tiempos. Recordemos que la vida abundante conduce a la vida victoriosa. Me pregunto ¿Y quién produce todo esto?

Meditemos en estas preguntas:
  • ¿Quién es esta Persona que dio vida y llenó de poder a Jesús y fue dado luego a sus seguidores?.
  • ¿Quién le ayudó a apaliar las etapas de crisis, que tuvo?
  • ¿Cuáles son sus atributos específicos?
  • ¿Por qué lo llamó Jesús «otro» Consolador (Jn 14.16)?
  • ¿Cuál es su relación personal con los creyentes?

Como dije anteriormente, esta vida comienza y se mantiene en nosotros, cuando invitamos y recibimos al Espíritu Santo de Dios, en nuestro espíritu, entonces hablemos de ÉL.

LA VIDA = ESPÍRITU SANTO DE DIOS:

Es el Nombre que la doctrina cristiana asigna a la tercera persona de la Trinidad. La expresión Espíritu Santo es propia del Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento solo aparece en tres ocasiones: Is 63.10, 11; Sal 51.11. La traducción griega del Antiguo Testamento, conocida como la Septuaginta, la usó para traducir las referencias al «Espíritu de Jehová», evitando así el uso del nombre de Dios (del mismo modo en que el Evangelio de Mateo usó la expresión «reino de los cielos» en lugar de «reino de Dios»). Dado que los autores del Nuevo Testamento usaron la Septuaginta para citar el Antiguo Testamento, la expresión Espíritu Santo se transformó en la denominación neotestamentaria estándar para referirse al Espíritu de Dios.

Es poco frecuente que el Antiguo Testamento hable del Espíritu de Dios en forma personificada; más bien se refiere a algo que Dios otorga a los hombres, o el poder y la fuerza con que Dios actúa. En cambio, en el Nuevo Testamento se observa un claro proceso de personificación, como por ejemplo en Jn 16.7 al 15 dice:

“Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros.5Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas? 6Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. 7Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. 8Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9De pecado, por cuanto no creen en mí; 10de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.

12Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. 13Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 14El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”.

EL ESPÍRITU COMO VIDA Y NUEVA VIDA
De acuerdo a esta escritura; Las palabras hebrea (ruakh) y griega (pneuma) que se emplean para hablar del espíritu, significan literalmente «viento» o «aire en movimiento». Sin embargo, en la opinión de los especialistas su sentido original “es aliento, o sea, el aire puesto en movimiento por la respiración”. Una adecuada traducción sería entonces «hálito de vida». En Génesis 2.7, el humano, al ser hecho de barro se transforma en un ser viviente cuando el creador insufla sobre su nariz el «aliento de vida».

Es cierto que en este caso la palabra usada no es ruakh, sino neshamah, pero debemos entender ambos términos como equivalentes. Entre las muchas referencias bíblicas que confirman esta significación, el Salmo 104.29b dice: «Les quitas el hálito [esta vez ruakh], dejan de ser, y vuelven al polvo» (cf. Job 27.3; 33.4; 34.14ss). Pero tal vez sea la visión del valle de los huesos secos, narrada por el profeta Ezequiel (37.1–14), la que más gráficamente ilustra esta significación primordial del Espíritu: “es una fuerza vital, es la energía de la vida. El espíritu que anima a todos los seres vivientes procede del Espíritu (aliento) de Dios”.

Por consiguiente, la acción primordial del Espíritu Santo tiene que ver con la animación y el sostenimiento de la vida, no solo humana, sino de toda la creación. Pero en la medida que las citas bíblicas refieren el Espíritu de Dios mayormente como otorgado a los hombres, la humanidad aparece como el lugar privilegiado de la acción vivificante del Espíritu. El Evangelio de Juan, al describir el don del Espíritu que tras la resurrección marca el inicio de la nueva era, es decir, el nacimiento de la nueva humanidad (20.22ss), recurre a un evidente paralelismo con Gn 2.7. Así como al comienzo el soplo (aliento, Espíritu) del Creador transformó el ser de barro en un ser viviente, ahora el “Jesús resucitado sopla sobre sus discípulos el Espíritu Santo, transformándolos en nuevas criaturas, nacidas del Espíritu” (cf. Jn 3). El paralelismo entre Gn 2.7 y Jn 20.22ss cierra este primer eje de significación: “el Espíritu Santo es la vida, y la fuerza de la vida verdadera, la vida en plenitud”.
La expresión de Jesús de “Otro consolador”, nos es crucial para entender:

Otro, en griego allos. Alguien que está junto a uno, otro de la misma clase. La palabra alude a similitudes, pero también pone de manifiesto diversidad de funciones y ministerios. El uso que Jesús hace de allos para referirse a otro Consolador equivale a:

«Uno junto a mí, además de mí y en adición a mí, aunque exactamente igual a mí, que en mi ausencia hará lo que yo haría si estuviera físicamente presente con ustedes».

La venida del Espíritu asegura la continuidad de lo que Jesús hizo y enseñó. «¡Continuidad de lo que Jesús hacía y enseñaba!» Con razón Lucas presenta el libro de Los Hechos como una continuación, por medio de la plenitud del Espíritu Santo, «de todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar (Hch 1.1). En Juan 14 Jesús continúa destacando algunos de los conceptos más valiosos acerca del Espíritu Santo, que son de ayuda para una mayor comprensión de Él. Sigámoslo.

  • Él es el Espíritu de VERDAD (v. 17).
  • Su relación con los creyentes es que mora CON  nosotros Y ESTÁ EN NOSOTROS (v. 17).
  • Él es nuestro CONSOLADOR (v. 26).
  • Él nos ENSEÑA Y ENSAÑARA todas las cosas (v. 26).

La palabra Consolador, parakietos. De para, «junto a», y kaleo «llamar»; de ahí surge el concepto: “Llamado a estar a nuestro lado”. La palabra identifica a un intercesor, confortador, ayudador, abogado, consejero. En la literatura no bíblica, parakietos designaba a un abogado que acude a la corte en representación del otro. El Espíritu Santo guía a los creyentes a la verdad absoluta en Jesucristo y a una mayor comprensión de las verdades del evangelio del reino. Además de una ayuda y una guía, da la fortaleza para soportar la hostilidad de los sistemas humanos.
Hagamos un Estudio breve, y escribámoslas en las tarjetas de ayuda memoria de colores, para nuestra memorización y aplicación, así mismo escuche los audios de Primera carta de Juan, cada uno, una semana por lo mínimo y ponga en práctica los grandes recursos, que están en los artículos de este “estudio bíblico 2”.
¿QUÉ HACE EL ESPÍRITU SANTO POR MÍ COMO CREYENTE?
  • ME CREÓ: “El Espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida.” Job 33:4

  • ME ESCOGIO PARA SALVACIÓN Y SANTIFICACIÓN POR SU DIVINA GRACIA: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.” 2 Tes. 2:13

  • ME DA VIDA: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” Juan 6:63

  • MORA EN MI INTERIOR: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él.” Rom. 8:9

  • GENERA A CRISTO Y SU CARÁCETR EN MÍ: “Respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” Lucas 1:35

  • ME REVELA POR AMOR: “Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre. Son las que Dios ha preparado para los que aman, pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu.” 1 Cor. 2:9,10

  • ME REGENERA Y ME RENUEVA: “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.” Tito 3:5

  • ME DA DONES: “Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo.” 1 Cor. 12:4

  • TESTIFICA EN MI DE LA VERDAD DE JESUCRISTO: “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.” Juan 15:26

  • ME UNGE PARA CONOCER TODAS LAS COSAS: “Pero vosotros tenéis la opción del Santo y conocéis todas las cosas.” 1 Juan 2:20

  • ME BAUTIZA: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.” 1 Cor. 12:13

  • ME LLAMA: “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio, para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.” 2 Tes. 2:13

  • NO CONTIENDE CONMIGO: “Y dijo Jehová: no contenderá mi Espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente, él es carne, más serán sus días ciento veinte años.” Gen. 6:3

  • ME CONVENCE DE PECADO DE JUSTICIA Y DE JUICIO: “Pero yo os digo la verdad, os conviene que yo me vaya, porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros, más si me fuere, os lo enviaré y cuando Él venga convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio...” Juan 16:7

  • ME CONSUELA Y ME ENSEÑA Y ACONSEJA RESPECTO A TODAS LAS  COSAS: “Más el Consolador, el Espíritu Santo a quien el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Juan 14:26

  • ME AUTORIZA A SUS RIQUEZAS Y EL SER FORTALECIDO EN MI INTERIOR: “Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu,” Ef. 3:16

  • ME LLENA CON EL PROPÓSITO DE  HABLAR CON DENUEDO LA PALABRA: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.” Hech. 4:31

  • ME ILUMINA: “Mas el Consolador, El Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. Juan 14:26

  • ME INSPIRA: “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” 2 Ped. 1:21

  • INTERCEDE POR MÍ: “Y de igual manera el espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” Rom. 8:26

ME SELLA PARA EL DÍA DE MI REDENCIÓN: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” Efes. 4:30