¿MI NECESIDAD DE UN
SUSTITUTO?
¿PARA SER REDIMIDO Y JUSTIFICADO?
¿Cómo Comenzar una Relación con Dios; sin que su Santidad me desaparezca?
¿Pero cómo se relaciona una persona que peca con su Creador; sabiendo que es fuego consumidor?
¿Cómo se llega a conocer a Dios; en esta condición pecaminosa humana?
La Biblia, nos señala el camino de Dios; con cuatro verdades O SEÑALES fundamentales
NUESTRA CONDICIÓN ESPIRITUAL:
Es Totalmente depravada. Esta primera verdad es más bien personal. Una mirada en el espejo de las Escrituras, y nuestra condición humana se vuelve dolorosamente clara: Como está escrito:
“No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios; Todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, No hay ni siquiera uno.”(Romanos 3:10-12)
Somos completamente pecadores; totalmente depravados. Ahora, eso no significa que hemos cometido todo tipo de atrocidad conocida a la humanidad. No somos tan malos como podemos ser, solamente estamos tal mal como podemos estar. El pecado altera todos nuestros pensamientos, motivos, palabras, y acciones. ¿No lo cree usted? Mire a su alrededor. Todo alrededor de nosotros lleva las huellas manchadas de nuestra naturaleza pecaminosa. A pesar de nuestros mejores esfuerzos para crear un mundo perfecto, las estadísticas de crímenes continúan subiendo vertiginosamente, el porcentaje de divorcios continúa aumentando, y las familias se siguen desmoronando por causa de "El vivir para mí primero” es lo mismo que la muerte. Como Pablo dijo en su carta a los Romanos, “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23): nuestra muerte emocional y física a través de la destructividad del pecado, y nuestra muerte espiritual según la sentencia justa de Dios por nuestro pecado; es la realidad. Esto nos lleva a la Segunda señal:
EL CARÁCTER DE DIOS:
El carácter de Dios: Infinitamente santo. Como dije anteriormente nuestra propia conciencia de que las cosas no son como deben ser nos indica una norma de bondad más allá de nosotros. La norma es Dios mismo. Y la norma de santidad de Dios contrasta severamente con nuestra condición pecaminosa. Las Escrituras dicen que “Dios es luz, y en Él no hay tiniebla alguna” (1 Juan 1:5). Él es absolutamente justo; lo cual crea un problema para nosotros. Si Él es puro, ¿cómo podemos nosotros que somos impuros relacionarnos con Él?
Quizás pudiéramos tratar de ser mejores personas, tratar de inclinar la balanza a favor de nuestras buenas obras. Una lectura histórica, muestra que las personas han tratado de vivir de acuerdo a las normas de Dios guardando los Diez Mandamientos. Pero desdichadamente, nadie puede acercarse a satisfacer las demandas de la ley de Dios.
La traducción de J. B. Phillips de Romanos 3 indica:
Ningún hombre puede justificarse a sí mismo ante Dios por un cumplimiento perfecto de las demandas de la Ley; de hecho es la regla de la Ley la que nos muestra qué tan torcidos estamos. (Romanos 3:20 PHILLIPS) Con lo dicho; llegamos a la tercera Señal:
NUESTRA NECESIDAD DE UN SUSTITUTO ¿Un substituto? Pensemos en lo siguiente:
- Así que aquí estamos, pecadores por naturaleza, pecadores por elección, tratando de levantarnos por nuestros propios esfuerzos y alcanzar una relación con nuestro Creador santo.
- Pero cada vez que tratamos, nos caemos de cara. No podemos vivir una vida suficientemente buena para compensar por nuestro pecado, porque la norma de Dios no es “suficientemente bueno”; es perfección.
- Y no podemos reparar la ofensa que nuestro pecado ha creado sin morir por él. ¿Quién puede sacarnos de este dilema? ¿Quién puede cumplir las expectativas del corazón de Dios? Si alguien pudiera vivir perfectamente, honrando la ley de Dios, y pagara la pena de muerte del pecado por nosotros, entonces pudiéramos ser salvados de nuestro aprieto.
- ¿Pero existe tal persona? Gracias a Dios, ¡Sí! Esto nos lleva a nuestra cuarta verdad o señal:
CONOZCAMOS A NUESTRO SUSTITUTO: JESUCRISTO:
¡Él es Aquel que tomó el lugar de la muerte por nosotros! [Dios] hizo al que no conoció pecado [Jesucristo], pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él. 2 Corintios 5:21
LA PROVISIÓN DE DIOS:
Un Salvador. Dios nos rescató enviando a Su Hijo, Jesús, a morir en la cruz por nuestros pecados (vea 1 Juan 4:9-10). Jesús era totalmente humano y totalmente divino, una verdad que asegura:
- Su comprensión de nuestras debilidades,
- Su poder para perdonar,
- y Su capacidad de llenar el vacío entre Dios y nosotros (Vea Romanos 5:6-11).
En resumen:
“Somos justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24).
Dos palabras en este versículo necesitan una explicación adicional: justificados y redención.
LA JUSTIFICACIÓN:
Es el acto de misericordia Y GRACIA de Dios, en el cual Él declara EN JESUCRISTO justos a los pecadores creyentes, mientras ellos aún están en su condición de pecadores. E.W. Kenyon ha definido la justificación como “LA CAPACIDAD DE ESTAR EN LA PRESENCIA DE DIOS PADRE SIN SENTIMIENTO DE CULPA NI DE INFERIORIDAD”. Una persona justa es aquella que tiene “UNA POSICIÓN CORRECTA ANTE DIOS EN LA PERSONA DE JESUCRISTO”. Sin la justificación, la amistad con Dios es imposible. Adán fue creado con esta clase de posición; pero después de su desobediencia, tuvo miedo ante Dios por culpa del pecado que ya entonces estaba en él (Génesis 3:10). Él ya no estaba en posición correcta ante Dios, así que la amistad había sido destruida.
Todo creyente debe profundizar su comprensión de esta revelación. Dios nos ha impartido su propia justicia JESUCRISTO y por lo tanto podemos estar correctamente ante Él. El deseo de Dios es que sepamos esto también, que podamos “…acerquémonos, pues confiadamente al trono de la gracia” (Hebreos 4:16), a la misma presencia de Dios, liberados del miedo que experimentó Adán después de pecar.
La justificación no significa que Dios nos hace justos, para que nunca pequemos de nuevo, mas bien Él nos declara justos al igual que un juez perdona a un criminal culpable. A causa de que JESÚS TOMÓ NUESTRO PECADO SOBRE SÍ MISMO Y SUFRIÓ NUESTRA SENTENCIA EN LA CRUZ, Dios perdona nuestra deuda y nos proclama PERDONADOS EN POR JESUCRISTO
LA REDENCIÓN:
Es el acto de Dios de pagar el precio de rescate para liberarnos de nuestra esclavitud al pecado. Siendo cautivos por Satanás, estábamos aprisionados por las cadenas de hierro del pecado y la muerte. Como cualquier padre amoroso cuyo hijo ha sido secuestrado, Dios gustosamente pagó el rescate. ¡Y qué precio Él pagó! ÉL DIO A SU UNICO HIJO PARA CARGAR TODOS LOS PECADOS DE LA HUMANIDAD: PASADOS, PRESENTES, Y FUTUROS.
La muerte y la resurrección de Jesús rompieron nuestras cadenas y nos hicieron TOTAL MENTE LIBRES para ser hijos de Dios. (Vea Romanos 6:16-18, 22; Gálatas 4:4-7).
Poniendo nuestra fe en Cristo Estas cuatro verdades describen cómo Dios ha proporcionado un camino a Él a través de Jesucristo. Pero Dios no nos forzará a seguirlo. Él no nos arrastrará por un camino por el que no queremos ir. Es nuestra decisión ofrecernos a entrar a una relación con Él, y lo hacemos por fe. Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9) Aceptamos el regalo de Dios de la salvación sencillamente poniendo nuestra fe solamente en Cristo para el perdón de nuestros pecados.
¿DESEARÍA USTED ENTRAR A UNA RELACIÓN CON SU CREADOR CONFIANDO EN CRISTO COMO SU SALVADOR, JUSTIFICACIÓN Y REDENTOR?
Si es así, he aquí una oración sencilla que usted puede utilizar para expresar su fe:
Amado Dios, Yo sé que mi pecado ha creado una barrera entre Tú y yo. Gracias por enviar a Jesús a morir en mi lugar. Yo confío solamente en Jesús que es mi justificación y redentor, y perdonador de mis pecados. Y acepto Tu regalo de vida eterna en Cristo. Por consiguiente, Yo le pido a Jesús que entre a mi corazón; sea mi Salvador personal y el Señor de mi vida. En el nombre de Jesús, amen.