LOS VÍNCULOS DE AMOR VS MIEDO/TEMOR
En términos emocionales, ellas son un juego de pensamiento interconectado que se han intensificado por la repetición. Un pensamiento, positivo o negativo, que circula por nuestra mente sin mucha sensación, no tiene mucho efecto sobre nuestro cuerpo, no nos derriban ni nos sacan de curso. Pero los pensamientos intensificados, con sus emociones (QUIMICOS), pueden hacer todo lo dicho anteriormente. Es por tal motivo, que resulta muy prudente mantenerlos bajo control. Preguntaría:
¿Cuáles son nuestras metas emocionales que redundaran en mejores vínculos?
¿Cuáles serán algunas de las mejores emociones positivas que nos gustarían sentir más a menudo?
¿Qué metas emocionales queremos?
¿Qué emociones queremos sentir con menos frecuencia o intensidad?
Todas esas preguntas se contestan con el principio del Amor, que es la base y regulador de toda emoción, por ejemplo; tener suficiente fortaleza de gozo que obra por el amor, constituye el fundamento para toda madurez y crecimiento. Es interesante que una casa con fundamento débil o fracturado por muchos años parezca estar bien exteriormente, pero, con el correr del tiempo, el clima y las condiciones de presión revelarán la deficiencia, y la casa comenzará el doloroso proceso del derrumbe. Del mismo modo, las personas que no tienen la “adecuada fortaleza de gozo que obra por el amor”, al cual podríamos llamarlo «centro de gozo», Es decir, este subdesarrollado, en el sector derecho del cerebro, parecen estar «diez puntos» por los primeros veinte o quizá treinta años de vida, pero luego el desgaste de la vida revela las fallas de construcción, y comienza el doloroso proceso del derrumbe.
Como dije, una casa sin una base o fundamento firme, colapsa, por ejemplo, no puede soportar la presión de una tormenta de granizo o un terremoto, ni puede sobrevivir ante las presiones de refacciones. Del mismo modo, una persona sin una firme base de gozo que obra por el amor, no puede soportar el estrés de separaciones o pérdidas, ni sobrevivir bajo las presiones surgidas por el crecimiento y la maduración.
Es evidente, entonces, que es de vital importancia colocar fundamentos. Cualquier arquitecto sabe que un buen fundamento contribuye al éxito y duración de todo el edificio. Te podrás preguntar: ¿qué ocurre entonces con aquellos que no colocaron bien el fundamento de gozo que obra por el amor, desde el principio? ¿Ha sido destruida por completo su posibilidad de recuperación y madurez?
Gracias a Dios que no es así; felizmente para todos nosotros, durante los últimos cinco años, la neurociencia ha hecho enormes avances en la investigación, lo cual nos permite responder a esta pregunta. Al aprender de la ciencia emergente y la investigación en desarrollo, siempre nos maravilla la infinita majestad y esplendor de Dios. En su sabiduría omnipotente Dios sabía que habría deficiencias, de modo que creó el cerebro con la capacidad de compensación. Si bien la mayor parte del cerebro deja de crecer en ciertas etapas del desarrollo, el «centro de gozo» del cerebro, situado en la corteza pre frontal orbital derecha, nunca pierde su capacidad de crecer. ¡Es la única sección del cerebro que retiene la capacidad de crecer durante toda nuestra vida, lo que significa que «la fortaleza del gozo» siempre puede seguir desarrollándose!
Por consiguiente ¿Qué es lo que lo hace crecer?, te preguntarás. Hay crecimiento en respuesta a relaciones verdaderas, repletas de gozo, y estas solo se pueden dar en vínculos de amor. No nos referimos a relaciones casuales, superficiales. Pero cuando las personas están ocupadas en relaciones de vínculos, integras, auténticas, demostrando verdadero Amor/gozo, Como por ejemplo, en expresiones ¡¡Me encanta estar contigo!!, ¡¡esta sección del cerebro crecerá a cualquier edad!!. Y si bien, este crecimiento del cerebro es más lento que en los períodos óptimos de desarrollo, la realidad es que es posible colocar nuevos fundamentos, reparar los dañados, y no es necesario que la madurez quede atascada sin reparación o integración.
Sabiendo entonces, que en la parte frontal del cerebro opera el Gozo o deseo, y que en la parte posterior del cerebro está el temor, en términos de relaciones, todo ser humano, puede hacerlo con el miedo/temor o el amor/gozo, sabemos que para madurar, se requiere de “vínculos entre personas”: “son el fundamento sobre el cual se construye la madurez”. Estos vínculos, son las conexiones que nos dan vitalidad, motivan nuestras acciones y establecen nuestra identidad. El intercambio de recibir y dar en nuestros vínculos, conforma nuestra visión de lo que es verdaderamente importante.
Entonces, se puede ver que hay dos tipos de vínculos esencialmente diferentes e incompatibles: uno basado en el Miedo/temor y el otro en el Amor; explico:
MIEDO/TEMOR:
El miedo es una emoción de gran intensidad que nos previene de cualquier peligro que nos acecha, a nuestro alrededor. Lo experimenta todo ser vivo, y en ocasiones, tiene la función de alertarnos e incluso protegernos, sin embargo, en muchas otras, el miedo cobra la dimensión de “irreal” y nos limita por completo, “incapacitándonos” para actuar y conseguir aquello que deseamos en nuestra vida. ¿Qué harías si no tuvieras miedo, es decir, qué harías si tuvieses el coraje? El miedo es un gran maestro, nos muestra la fuerza interior que tenemos, y lo que somos capaces de lograr, si nos atrevemos a atravesarlo. El miedo no está ahí para ser “eliminado”, sino para ser escuchado y reconocido, tenido en cuenta, integrado y trascendido. Es un mensajero que nos trae una importante y valiosa lección, una oportunidad para crecer y darnos cuenta del poder que tenemos para imaginar, para sentir, para crear. Una vez iba en bicicleta, y surgió en mí el miedo a caer y hacerme daño. Era una bicicleta bastante alta para mi altura y eso me hacía sentir muy inseguro. Conforme iba pedaleando, cada vez escuchaba en mi interior una voz más y más fuerte que decía: “cuidado te vas a caer, te vas a caer, ¡te vas a caer!” Fue la auto profecía que se cumple, a los pocos segundos la bicicleta choco contra el bordillo de la acera, y caí estrepitosamente… ¿había indicios reales de que estaba condenado a caerme sin tener ninguna otra opción? Puede ser, la bicicleta era grande, sin embargo, ¿era la única posibilidad? En esa ocasión aprendí que lo que había ocurrido era una traducción exacta de lo que estaba pensando en el momento de la caída, y que quizás podía pensar otra cosa, empezando por confiar más en el Señor dentro de mí. Cuando de pequeños escuchamos que la vida es difícil, que no hay que fiarse de nadie, que las cosas hay que conseguirlas por uno mismo, que el mundo es un lugar peligroso, desarrollamos una visión parcial de lo que nos rodea, y es natural que sintamos miedo a ir más allá de lo conocido, el subconsciente ha almacenado toda esa información, y está haciendo todo lo que está en su mano, que es mucho, para protegernos. Sin embargo, podemos optar por empezar a cuestionarnos si eso es así y no hay nada más, si lo que yo imagino que va a suceder es real (la experiencia nos demuestra que ni la cuarta parte de los miedos imaginarios se materializan), y empezar a trabajar con todas esas creencias subconscientes que crean esos filtros que no nos permiten ver el mundo infinito de posibilidades que están en nuestro alrededor.
En términos de vínculos, los vínculos de miedo/temor, se forman en función de evitar sentimientos negativos y de dolor. Los vínculos de miedo/temor estimulan a las personas a evitar el dolor proveniente del rechazo, el temor, la vergüenza, la humillación, el abandono, la culpa o aun el abuso físico. Veamos algunas definiciones
- Miedo/Temor: es una fuerte reacción emocional a un peligro percibido e inminente que se caracteriza por una reacción de pleito huida o parálisis.
- Miedo/Temor: puede ser real o imaginario, racional o irracional, normal o anormal.
- Miedo/Temor: actúa como mecanismo protector que nuestro Creador colocó en cada uno de nosotros para activar todos nuestros sistemas físicos cuando enfrentamos un peligro real. El temor produce secreción de adrenalina en el cuerpo, la cual nos impulsa a la acción y que a menudo se llama la reacción de “ataca o huye”.
- Miedo/Temor: es una emoción natural diseñada por Dios. Sin embargo, no fue diseño divino que cayéramos presas de pánico, pues eso es vivir en un estado de temor. La palabra griega de la cual se traduce el “temor” es DEILIA, que denota cobardía y timidez, y en la biblia jamás se usa en forma positiva. Vivir con una mentalidad basada en el temor o con un espíritu de temor no proviene de Dios.
LEE 1 CORINTIOS 13
AMOR: “DIOS ES AMOR”
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor” 1Cor.13:4-5.
Los vínculos de amor se forman alrededor del deseo, y del gozo al procurar estar con personas que son importantes para nosotros. Los vínculos de amor, motivan a las personas a vivir en verdad, cercanía, gozo, paz, perseverancia, bondad y en brindarse en forma auténtica. Entendamos el Amor Ágape:
- Ágape: es un compromiso de voluntad de buscar el sumo bien de otro: “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado”. Jn.15:12.
- Ágape: nos evita esperar demasiado de otra persona: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor” 1Cor.13:4-5.
- Ágape: nos impide desear todas las cosas de esta vida: “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. 2Cor.4:18.
- Ágape: nos evita idolatrar a otra persona: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” Dut.6:5.
- Ágape: disminuye el dolor de esas emociones: “El corazón apacible es vida de la carne; más la envidia es carcoma de los huesos”. Prov.14:30.
- Ágape: nos da el poder para admitir que no podemos satisfacer todas las necesidades de otra persona, ni aun las propias: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Fil.4:19
Tome nota; los vínculos de temor y los vínculos de amor que experimentamos durante los años formativos, determinan cómo nos motivaremos. Cuando estamos temerosos, nos amenazamos a nosotros mismos con lo que ocurrirá, observe estos escenarios; si no llegamos al trabajo a la hora, si no perdemos peso, si no ahorramos dinero, o si no tratamos de evitar que nuestra pareja se enoje. Pensamos acerca de cosas que pueden salir mal. Nos preocupamos, nos sentimos culpables, huimos de la vergüenza, y culpamos a otros. Nos paralizamos emocionalmente. Funcionamos muy por debajo de nuestro potencial de amor y gozo.
Por otra parte, los vínculos de amor, nos motivan a permanecer fieles bajo presión, a ayudar a otros a ser todo lo que fueron creados para ser, a estar dispuestos a soportar el dolor para poder estar más cerca de los que amamos, y a decir la verdad, aun cuando duela. Pensamos cómo ve Dios a otros. No estamos controlados por el temor, porque sabemos que siempre hay algo más importante que demanda nuestra atención y devoción. No hay temor en el amor porque el perfecto amor echa fuera el temor.
Entonces, los vínculos de miedo/temor y los de amor, pueden coexistir en la misma familia, o en un individuo. En última instancia, un determinado vínculo de miedo/temor o de amor llegará a ser el de mayor influencia. Ese vínculo de miedo/temor o de amor aumentará hasta que domine a la persona, o puede llegar a dominar a toda una familia. A medida que crecemos, sanamos y maduramos dejamos atrás los vínculos de miedo/temor, y los reemplazamos con vínculos de amor. Somos guiados por metas que deseamos, antes que por evitar desastres que tememos. El único temor que de verdad tiene sentido, es el temor a Dios porque si mantenemos nuestra vista en él por temor reverente, siempre descubriremos que él nos ama.
TRANSFORMANDO VÍNCULOS DE TEMOR (FRAGMENTACIÓN) EN VÍNCULOS DE AMOR (INTEGRACIÓN)
Una manera de saber si uno está en una relación con vínculos de amor es cómo nos sentimos cuando hemos estado con esa persona. Si por lo general te sientes satisfecho, estimulado, seguro y confiado después de estar juntos, es muy probable que tengas un vínculo de amor. Los vínculos de amor tienden a fortalecernos y lograr que demos lo mejor de nosotros mismos. Sin embargo, si te sientes ansioso, tenso, confundido o exhausto después de estar con esa persona, es muy probable que la relación esté basada en vínculos de temor.
Aunque es difícil, es posible transformar los vínculos de temor en vínculos de amor. Cuando tengas éxito en lograr eso, ambas personas tendrán mucha mayor posibilidad de experimentar gozo y de volver al gozo en la relación. Para hacer el cambio esencial primero es necesario poder responder a dos importantes preguntas acerca de ti mismo.
- 1: ¿Me conozco a mí mismo, y estoy consciente de lo que implica ser fiel a lo que yo mismo soy?
- 2: ¿Puedo mantener mi sentido de identidad y propósito, en esta relación?
En esta parte, pon en práctica, estos cuatro pasos esenciales para cambiar de vínculos de temor a vínculos de amor:
1. Conócete y disfruta la persona que ERES EN CRISTO, la realidad:
Una relación basada en un vínculo de amor requiere de dos individuos que conozcan sus verdaderas identidades y propósitos. Por tanto, es vital conocer y disfrutar los aspectos importantes de quién eres en Jesucristo, antes de poder tener un buen vínculo con otros. Por ejemplo:
- ¿Qué te produce gran satisfacción?
- ¿De qué atributos personales más te enorgulleces?
- ¿Qué te ayuda a experimentar gozo?
- ¿Puedes volver al gozo después de experimentar sentimientos adversos sin actuar de tal forma que más tarde te lamentes?
- ¿Sientes que necesitas prestigio o posesiones para que otros te quieran?
- ¿Tus relaciones presentes están caracterizadas por amor y libertad o por necesidad y temor?
- ¿Puedes ser tú mismo en tus relaciones?
- ¿Permites en tus relaciones que otras personas sean lo que realmente son?
2. Hazte responsable por tus propias acciones y sentimientos:
En los vínculos de temor, las personas a menudo piensan que tienen que adivinar lo que la otra persona está pensando o sintiendo, y luego evitar que se sientan molestos. Aunque pudiéramos leer los pensamientos de otro, no podríamos controlar cómo reaccionarían ante nosotros, ni es esa nuestra responsabilidad. Somos responsables por nuestras propias acciones. Eso es todo lo que podemos controlar.
Añadimos temor a la relación cuando controlamos o manipulamos o nos encerramos para que la otra persona tenga que adivinar qué estamos pensando o sintiendo. Al hacernos responsables por nosotros mismos, pero sin controlar a otros, les enviamos un mensaje de que no operamos desde el temor o la desesperación, y de que ellos tampoco necesitan hacerlo.
3. Reconoce los vínculos de temor que están presentes en tus relaciones:
A menudo no nos percatamos de los temores que nos motivan en una relación. Es típico que los vínculos de temor giren alrededor de estos temores:
- Temor del rechazo: «Tengo que hacer todo lo posible para que esta relación sobreviva.»
- Temor del enojo: «No tolero que alguien esté enojado conmigo.»
- Temor de ser avergonzado: «No puedo permitir que alguien vea mis debilidades y fallas.»
4. Deja de controlar los resultados: Mate.5:44; Sal.27:1
Debido a que los vínculos de amor se basan en tu capacidad de volver al gozo, no dependen de las respuestas o conductas del otro. Más bien, se basan en que seas tú mismo en todas las situaciones y saber que eres alguien agradable. Es interesante que una vez que dejes de controlar las relaciones sintiéndote responsable por la conducta de otro y sencillamente te concentres en ser tú mismo, las probabilidades de ver los resultados que ansías aumentaran. Jesucristo basa su relación con nosotros en Amor, Perdón y Aceptación, de igual forma requerimos hacerlo, esto producirá en nuestras relaciones el Respeto, Honestidad, y Confianza, un pegamento que imposibilita el desamor.