#7:1 EL CAMBIO DEL SACERDOCIO
El Catolicismo Romano no podría existir sin un sacerdocio
especial. Son necesarios los sacerdotes romanos para la celebración de los
sacramentos que la Iglesia ha establecido. Por ejemplo, para celebrar la
Eucaristía, puesto que la Misa, para que sea el sacrificio incruento de Cristo
que Roma insiste que es, necesita que el sacerdote realice el milagro de
cambiar el pan en cuerpo verdadero de Cristo y el vino en Su verdadera sangre.
Los sacerdotes también administran el sacramento de la confesión, al escuchar
las confesiones de los feligreses y absolverles sus pecados. Basta estos
ejemplos para demostrar cuán necesario el sacerdote es al sistema que Roma
estableció. Aquí no hablamos del sacerdocio general de todos los creyentes,
sino más bien del oficio y la vocación especial de los que toman las órdenes
santas y administran los sacramentos.
Los capítulos 5 y 7 de Hebreos tienen mucho que decir
acerca del tema del sacerdocio, no el sacerdocio general de todos los
creyentes, sino el sacerdocio especial, como mediador entre Dios y los hombres,
con respecto al perdón de los pecados. El escritor de la epístola, bajo
inspiración, tiene la tarea de guiar a sus lectores a dejar atrás un sacerdocio
humano que Dios ya no aceptaba, y abrazar con todas sus benditas implicaciones
el sacerdocio que Dios había establecido en lugar de aquel primero. La mente
hebrea no había conocido otro sacerdocio que el de la casa de Aarón, a raíz del
cual fue establecido claramente por Dios en Éxodo, Levítico y luego también en
Números en la ocasión de la rebelión de Coré, quien quería para sí el
sacerdocio, pero que fue rechazado y castigado por Dios con una muerte
horrenda. Dado este fundamento histórico y bíblico del sacerdocio de Aarón, era
considerable la tarea de convencer a los judíos a abandonar ese sacerdocio a
favor de algo nuevo.
Observemos en nuestra lectura de Hebreos 5 y 7 que Dios
no estableció otro sacerdocio humano para tomar el lugar de Aarón, sino que
puso en su lugar a Cristo: “Sumo sacerdote para siempre según el orden de
Melquisedec” (5:6). Al reflexionar sobre el significado de este sacerdocio
nuevo, perfectamente eficaz, inalterable y eterno, uno se da cuenta de que el
sacerdocio establecido por Roma es algo falsificado y sin apoyo bíblico. Si
miramos la historia de los sacerdotes de la tribu de Leví y la casa de Aarón,
vemos claramente dictado por Dios en la Sagrada Escritura que ellos y sólo
ellos debían ocupar este oficio, y cuáles eran los deberes de su ministerio. Si
en el Nuevo Testamento Dios estableciera a una nueva clase de hombres para
oficiar y mediar, ¿no estaría igualmente clara la exposición bíblica acerca de
quiénes podrían serlo y qué responsabilidades tendrían? ¿Por qué semejante
laguna en el Nuevo Testamento respecto a los profesados “sacerdotes” católico
romanos? ¿Por qué tiene la Iglesia Católica que ir fuera de la Biblia en busca
de instrucciones acerca de ellos? ¿No será porque Dios no lo mandó, sino que
Roma se lo inventó, y también tiene que inventar todo lo demás respecto a su
ordenación y ministerio?
Hebreos 5:1-4 relata acerca de los requisitos y los
propósitos de los sumo sacerdotes humanos. En primer lugar, todo sumo sacerdote
era: “tomado de entre los hombres”, esto es divinamente tomado y designado. El
versículo 4 afirma: “Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado
por Dios, como lo fue Aarón”. De entrada vemos que el sacerdocio no es una
vocación, no puede uno elegir ser sacerdote como oficio o carrera, proseguir
sus estudios, 2 aprobar sus exámenes, tomar sus votos, ser ordenado y comenzar
a oficiar y gozar de los privilegios de sacerdote. Este modelo es del mundo,
pero no de Dios.
Segundo, en Hebreos 5:1 vemos que el sumo sacerdote es
constituido: “a favor de los hombres, para que presente ofrendas y sacrificios
por los pecados”. Esto es lo que los sacerdotes católico romanos pretenden
hacer. Y verdad es que los seres humanos necesitamos a alguien que nos
represente delante de Dios como mediador. Pero ese “alguien” no es el Papa, ni
el resto de la curia romana, ni los santos, ni los ángeles, ni María. Cuando
Dios quitó el sacerdocio de la casa de Aarón y la tribu de Leví, no lo
reemplazó con otro sacerdocio humano, igualmente débil e ineficaz (He. 7:18).
Puso en lugar de aquellos sacerdotes a uno que es perfecto, y cuyo oficio no
termina nunca. “Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para
siempre, según el orden de Melquisedec”. En el orden de Melquisedec sólo hay
uno ahora, y es el Señor Jesucristo mismo, quien vive: “según el poder de una
vida indestructible” (He. 7:16). El Señor Jesús cumple los dos requisitos
básicos, de (1) comunión con los hombres y (2) autoridad de Dios. Cuando se
encarnó, se identificó con nosotros: “estando en condición de hombre” (Fil.
2:8). Y el Espíritu Santo cita en Hebreos 5:5-6 dos textos del Antiguo
Testamento que demuestran que Jesucristo tenía (y tiene) autoridad de Dios:
Salmo 2:7 y Salmo 110:4. En Su estilo magistral, porque es el Espíritu Santo y
no la Iglesia Católica quien tiene el Magisterio, el Espíritu se sirve del
Antiguo Testamento, la única Sagrada Escritura reconocida por los judíos, para
enseñar que Jesucristo tiene esta autoridad. “Tampoco Cristo se glorificó a sí
mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: “Tú eres mi Hijo, Yo te
he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para
siempre según el orden de Melquisedec” (He. 5:5-6). El versículo 10 lo afirma
otra vez: “y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de
Melquisedec”. ¿Más claro? ¡Agua!
¡Cuánto nos gustaría, y cuánto le gustaría al Señor
Jesucristo, que nuestros amigos católico romanos se dieran cuenta del gran
engaño y la usurpación que su sistema religioso ha hecho. ¿Dónde ha declarado
Dios tan clara e inconfundiblemente que el Papa es el sumo sacerdote, el “sumo
pontífice”, el “vicario”, que sirve de puente y portavoz entre Dios y los
hombres? En ningún lugar en la Biblia. Fuera de ella Roma puede citar las
fuentes que quiera, pero dentro de la Biblia es donde Dios habla y expone para
nosotros Su Santa voluntad. El sacerdocio levítico y de Aarón fue “abrogado”
(He. 7:12), pero no para hacer lugar a otra clase especial de sacerdotes
humanos oficiando en la cuestión del perdón de los pecados. “Porque la ley
constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento,
posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre” (He. 7:28).
¡Sería una redundancia ridícula si ahora, con semejante
mediador y sumo sacerdote como tenemos en el Señor Jesús, nos pusiéramos a ordenar
de nuevo a unos hombres, meros seres humanos, con su debilidad mortal (He.
7:23)! ¿Un mediador entre el Mediador y los hombres? ¡Qué razonamiento más
torcido! “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre” (1 Ti. 2:5). Amigo lector, ¿es Jesucristo suficiente para
ti? Si no lo es, entonces realmente no has llegado a comprender y creer en el
Jesucristo del evangelio, ni tienes vida eterna. Pero cuando uno viene a
Cristo, recibe perdón completo y obtiene en Él un perfecto y eterno mediador,
¿qué le pueden ofrecer unos débiles sacerdotes que sólo han sido constituidos
por Roma? Absolutamente nada.
Dios declara qué clase de sacerdote nos conviene ahora,
en lugar de Aarón y los de su casa: “Porque tal sumo sacerdote nos convenía:
santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que
los cielos, que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de
ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados; porque esto lo hizo una
vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo”. ¡Como sacerdote nadie menos que
Jesucristo nos conviene! ¡Y por declaración divina (no romana), es así, gracias
a Dios! “Tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de
la Majestad en los cielos, ministro del santuario” (He. 8:1-2) y es el Señor
Jesús.
REFLEXIONA
Sabes, Apocalipsis 19:10 dice que Jesús es el espíritu de
profecía. Todo el libro de Apocalipsis, todas las profecías bíblicas, exaltan a
Jesús, Él es a quien DEBEMOS EXALTAR CADA DÍA, puesto que TU NECESITAS CONOCER
a JESUCRISTO COMO SEÑOR Y SALVADOR. Porque, lo que se ha estado describiendo en
ese terrible tiempo de tribulación de siete años, no será un tiempo en el cual
nadie querrá estar vivo. Ahora, algunas personas dicen, bueno, ¿Esa es una
válvula de escape para sacarte del problema? Sí, lo es, pero son los términos
de Dios. Por su gracia, Él me ha dado la oportunidad de recibirle, a Jesucristo, quien es exaltado en la profecía
bíblica, y que vino a lavar todo pecado. es decir, Él murió en una cruz y tres
días más tarde resucitó de entre los muertos. Su MUERTE en la CRUZ llevó la
acta de PECADOS MIOS, pagando con el DERRAMAMIENTO de SU SANGRE, lavó y limpió
mi pecado, y cuando Él RESUCITÓ de ENTRE los MUERTOS GARANTIZÓ, y es el único
capaz de hacerlo. Ahora, siendo ese el caso, y si exaltamos a Jesús, tienes que
aceptar lo que dice, has de admitir que
eres un pecador frente a un Dios perfecto, santo, puro. Él estableció las
normas. Él envió a Su Hijo para eliminar el problema del pecado, tienes que
confiar en Cristo, en Su MUERTE, SEPULTURA y RESURRECCIÓN. Y luego, así como
todos nosotros lo hemos hecho, tienes que invocarle para que venga a tu corazón
y vida y te salve. Eso es lo que hay que hacer antes de que todas estas cosas
comiencen. Y YA NO HAYA MAS REMEDIO.
ORACIÓN
Padre, reconozco que JESUCRISTO murió por mis pecado, y
en este momento, en ejercicio de mi voluntad, le recibo dentro de mi corazón,
como mi único Señor y Salvador. Así mismo, Padre protégeme de cualquier idea,
cosa o relación con una persona, que con lentitud me lleve al camino equivocado
del apego y así entiviarme. Mantén mis pensamientos fijos más bien en todo lo
que es verdadero, puro, amable, y digno de alabanza. Hazme ser muy sensible a
las personas que hay en mi vida y a las influencias que ejercen sobre mis
hábitos espirituales, emociones, mentales y físicos. Trae amigos genuinos y
sabios a mi vida y disuelve cualquier lazo de apego con aquellos que pueden
debilitar mi relación contigo. Sé que nada guarda mi corazón más que hacer tu
voluntad.
Pastor Jorge Miranda S.