#7 ¿ES SUPREMA LA IGLESIA CATÓLICA ROMANA?
Es interesante la declaración del Vaticano que salió en
la prensa el martes, 5 septiembre, 2000. Dice:
Hoy el cardenal Ratzinger, cabeza de la Congregación para
la Doctrina de la Fe, guardián de la ortodoxia de la Iglesia Católica, habló en
una rueda de prensa en la ciudad vaticana. Afirmó la supremacía de la Iglesia
Católica Romana.
Al mismo tiempo hizo una declaración, en un documento de
36 páginas, rechazando el creciente número de intentos de retratar a todas las
religiones como iguales. Fue todavía otra afirmación de la primacía de la
Iglesia Católica sobre las demás religiones, y demuestra la fuerza de los
conservadores en Roma.
Describe a la Iglesia Católica Romana como:
“…la luz y guía para la salvación espiritual de toda la
humanidad”.
También afirmó, respecto a las otras denominaciones
cristianas, que ellas: “…derivan su eficacia de la plenitud de gracia y verdad
que ha sido confiada a la Iglesia Católica Romana”.
Ante semejantes afirmaciones y declaraciones tenemos que
hacernos algunas preguntas, y buscar las respuestas, como siempre, en la
Biblia, porque sólo ella es la Palabra de Dios.
¿Es
suprema la Iglesia Católica Romana?
En su declaración éste es el mensaje, y realmente no nos
extraña, pues no hay nada nuevo aquí, ya que la Iglesia Católica Romana siempre
se ha auto-designado como única y suprema. En la “Constitución dogmática sobre
la Iglesia”, (Documentos Completos del Vaticano II, pág 15), leemos:
“Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como
una sociedad, permanece en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de
Pedro y por los obispos en comunión con él…”
Al hablar, ella siempre tiene cuidado de auto-designarse
la única verdadera Iglesia, lo cual asigna un lugar inferior a toda otra
confesión. Luego, como acto de gran tolerancia y gentileza, ella continúa y
dice:
“…aunque puedan encontrarse fuera de ella muchos
elementos de santificación y de verdad, que, como dones propios de la Iglesia
de Cristo, inducen hacia la unidad católica”.
De sus labios no esperábamos nada menos, pero para contestar
la pregunta de esta sección necesitamos otro testimonio que el que la Iglesia
Católica da de sí misma. Nos interesa saber: ¿qué dice la Palabra de Dios?, Y
para contestar esta pregunta, pongamos en el escenario a:
LAS DOS
BABILONIAS
Desde los tiempos de Génesis 10 y 11, Babilonia ha
representado, tanto una ciudad, como un sistema religioso surgido dentro de
esta misma ciudad. Babilonia es un lugar geográfico localizado junto al río
Éufrates, pero también representa los sistemas religiosos falsos en rebelión
contra Dios como en la Torre de Babel.
Babilonia fue la cuna de la brujería, la astrología, la
magia, el ocultismo y las religiones, las cuales fueron propagadas por el mundo
entero y prohibidas por Dios:
¨No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su
hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero (astrólogo), ni
sortílego (controlar a otros mediante pócimas mágicas o hechizos), ni
hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos
(médiums). Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas
cosas…..perfecto serás delante de Jehová tu Dios" Deuteronomio 18:10-12.
En su forma y etapa final, aparece en el Apocalipsis como
la concentración de todas estas aberraciones, por lo que se le da el nombre de
“la Madre de las Rameras y de las abominaciones de la tierra” (Apocalipsis
17:5).
O sea, es el origen o la fuente contaminada de donde han
fluido todas las aberraciones y prostitución espiritual de las naciones.
LA
BABILONIA RELIGIOSA (Apocalipsis 17).
Enfoca nuestra atención sobre el carácter religioso de
Babilonia, el cual culminará en una religión mundial durante los primeros tres
años y medio de la Tribulación.
La prostituta de Apocalipsis 17 simboliza los sistemas
falsos de religión que se unirán y concentrarán en Babilonia (Ecumenismo).
La mayor acusación contra Babilonia es su idolatría
espiritual: ¨Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, adornada de oro
y piedras preciosas, de perlas y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de
abominaciones y de la inmundicia de su fornicación¨ (v.4)
La identificación de Babilonia como la fuente mundial de
contaminación espiritual nos lleva a la Torre de Babel, donde se llevó a cabo
la primera rebelión mundial masiva contra Dios (Génesis 11).
La Biblia profetiza que el ser humano volverá a
organizarse otra vez a nivel mundial en contra de su Creador, bajo su líder, el
Anticristo.
La desaparición de millones de cristianos durante el
Rapto de la iglesia aumentará la confusión y el mundo acabará sumergiéndose en
el ocultismo buscando respuestas espirituales, ¡aun después de haber
experimentado los juicios de Dios!
¨Y los otros hombres que no fueron muertos con estas
plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de
adorar a los demonios y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y
de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y tampoco se
arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación,
ni de sus hurtos¨ (Apocalipsis 9:20-21)
La Biblia usa constantemente la prostitución, la
fornicación y el adulterio para describir la idolatría (Isaías 23:15-17;
Jeremías 2:20-31; 13:27).
La última Babilonia representará todas estas
abominaciones y pecados de la prostitución, fornicación e idolatría espiritual.
Si ponemos en contexto lo dicho de Babilonia con lo dicho por la Iglesia
Católica Romana, podríamos decir que hay una similitud.
Sigamos consultando con la Biblia, y vemos que sí, en un
sentido Roma es suprema como la Babilonia. Quizá sin saberlo está mostrando la
actitud de la mujer en Apocalipsis 17, sentada sobre “muchas aguas” (v. 1). El
versículo 15 del mismo capítulo define textualmente qué significan las aguas:
“Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres,
naciones y lenguas”. También está sentada “sobre una bestia escarlata” (v. 3).
Y en los versículos del 9 al 12 explican acerca de esta bestia y sus cuernos:
es un gobierno mundial encabezado por un hombre inicuo llamado la bestia, junto
con siete reyes. En tercer lugar, Apocalipsis 18:7 nos informa de su actitud:
“Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites…porque dice en su
corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto”.
Y según Apocalipsis entendemos que Roma logrará lo que
tanto desea, que el mundo reconozca que ella es suprema. Poco les falta a los
gobiernos de este mundo para hacer esto. Ella ha tenido el control del “brazo
secular” en tiempos pasados, y desea tenerlo de nuevo, puesto que aún se cree
la única institución divina sobre la tierra y superior a todas las demás.
Pero la Biblia advierte que los días de su supremacía
tienen límite, porque Dios mismo traerá sobre ella castigo y desolación.
¿Quién es real y eternamente suprema, o supremo? La
Palabra de Dios ha afirmado desde los tiempos de los profetas del Antiguo
Testamento que la supremacía es de Dios. Al profeta Daniel, en visiones de
Dios, le fue revelado el futuro de las naciones de este mundo desde aquel
entonces hasta que Dios establezca Su reino eterno. Usando primero una gran
imagen vista en sueños por el rey Nabucodonosor, y luego una visión dada al
mismo Daniel de cuatro bestias, Dios delinea la “historia futura” del mundo.
Habría cuatro imperios gentiles (Dn. 2:37-40; 7:1-28), y después vendrá el
reino final y supremo.
“Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará
un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo;
desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”
(Dn. 2:44, ver vv. 34-35).
Quizá algún teólogo o apologista católico querrá decir
que el texto citado se refiere a la Iglesia Católica Romana. Sería un error
grave pero típico de los católicos. Daniel 7:9-10 dice que después de los
imperios gentiles (las bestias) vendrá: “un Anciano de días…el Juez”, y es
obvio que el texto describe a Dios. Es interesante y edificante leer todo el
capítulo, pero vamos ahora a los versículos 26-27, porque dejan claro quién es
supremo.
“Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio para
que sea destruido y arruinado hasta el fin, y que el reino, y el dominio y la
majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los
santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán
y obedecerán”.
Éste es el reino cuya venida el Señor Jesucristo nos
enseñó a desear y expresarlo en el “Padrenuestro” (S. Mateo 6:10). No el de
Roma, sino el del cielo (Dn. 2:44), el cual es eterno. Su Rey es el Señor
Jesucristo: Rey de reyes y Señor de señores. El Padre le ha dado un nombre que
es sobre todo nombre. Toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que
Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre (Filipenses 2:9-11).
Dios NUNCA enseña la supremacía de Roma, sino que exalta
a Su Hijo, el Señor Jesucristo como supremo, en el cielo y al final será
reconocido así también en la tierra. S. Juan 5:10 afirma que: “todo el juicio
dio al Hijo”, no a la Iglesia Católica.
¿Qué puede ser la mujer sentada sobre las aguas, sobre la
bestia, sino una usurpadora que hace afrenta a la autoridad de Dios? ¡Qué
contraste entre ella y Juan el Bautista, quien dijo: ”Es necesario que él
crezca, pero que yo mengüe” (S. Juan 3:30).
¿Desde cuándo quiere la Iglesia Católica menguar? ¡Nunca!
¡Al contrario, lucha para ascender a la posición de la mujer de Apocalipsis
17-18, por encima de los reyes y las naciones del mundo. Y su deseo insaciable
de poder es indicativo de su verdadera identidad.
Preguntémonos: ¿Es luz y guía para salvación espiritual,
la Iglesia Católica Romana?
Ella afirma que sí, como hemos leído arriba, y que la
salvación está en ella. Pero la Biblia dice lo contrario. Jesucristo es la luz.
Consideremos lo que dice el apóstol Juan, bajo
inspiración divina en su Evangelio, porque ciertamente es doctrina apostólica.
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y
el Verbo era Dios. Éste era en el principio con Dios. Todas las cosas por él
fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba
la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas
resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre
enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Éste vino por testimonio, para que
diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la
luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que
alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (S. Juan 1:1-9).
Está claro en esta porción primera del Evangelio, que la
luz es el Verbo, esto es, el Señor Jesucristo, que era Dios, y era en el
principio con Dios. No es ninguna persona, ni mucho menos la Iglesia de Roma.
Ni siquiera Juan el bautista, un hombre “enviado de Dios”, era la luz. Tuvo el
privilegio de ser “antorcha” (S. Juan 5:35), pero la luz era Cristo.
En S. Juan 3 vemos surgir por segunda vez el tema de la
luz.
“Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, y
los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para
que sus obras no sean reprendidas. Más el que practica la verdad viene a la
luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (S. Juan
3:19-21).
En S. Juan 8:12 vemos lo siguiente: “Otra vez Jesús les
habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en
tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. ¿Cómo puede entonces Roma
insistir que ella es la luz y guía para salvación? ¡Es pura presunción!
S. Juan 9:5 el Señor Jesucristo afirma: “Entre tanto que
estoy en el mundo, luz soy del mundo”. Algunos dicen que puesto que Él no está
en el mundo, la Iglesia ahora es la luz. Pero hay que hilar más fino aquí y no
ser tan superficiales como para hacer equivalencia entre Iglesia y Cristo.
Aunque los creyentes somos llamados a ser luz, y
resplandecer como luminares, esto es simplemente porque predicamos a
Jesucristo, no por nada inherente en nosotros. Por ejemplo, Cristo es el
camino, y aunque nosotros conocemos y señalamos este Camino para los que no lo
conocen, nunca podríamos decir: “somos el camino”. ¡Esto sería blasfemia!
En S. Juan 12:46 leemos estas palabras de Cristo: “Yo, la
luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en
tinieblas”. Creer el evangelio, confiar en el Señor Jesucristo, es salir de las
tinieblas del oscurantismo pagano, de la sombra de muerte sin esperanza cierta,
a la luz de certidumbre de salvación y el gozo de ella.
Está claro en el Evangelio según S. Juan que la luz no es
nadie menos que la Persona de nuestro glorioso Señor Jesucristo. Si predicamos
el Evangelio no adulterado, la salvación por la gracia mediante la fe en
Cristo, obras aparte, emitimos esta luz de Dios, damos testimonio de ella. Pero
Roma no predica ni cree así en Cristo, como suficiente para salvación, obras
meritorias aparte, vírgenes aparte, santos aparte, indulgencias aparte.
Si la Iglesia de Roma desea ser realmente apostólica,
debiera humillarse, arrepentirse y ponerse de acuerdo con los santos apóstoles.
Hasta entonces seguirá siendo una falsa profetisa y usurpadora, que: “se opone
y se levanta contra todo lo que se llama Dios…haciéndose pasar por Dios” (2
Tesalonicenses 2:4).
Pero haga lo que haga la Iglesia Católica, usted, estimado
lector, tiene una responsabilidad personal delante de Dios. No puede decidir la
Iglesia por Ud., es una determinación personal. Sabiendo que las Sagradas
Escrituras indican que la luz y salvación es el Señor Jesucristo, usted tiene
que reaccionar ante la Palabra de Dios y responder a la verdad que Dios le ha
comunicado en Su Palabra.
Espero que tenga la honradez y valentía
para descartar la religión, por vieja y extensa que sea, y que confíe única y
personalmente en el Señor Jesucristo para el perdón completo de todos sus
pecados: pasados, presentes y futuros, y acepte la dádiva de Dios que es vida
eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Lea el siguiente tema:
#: 7:1 El Cambio del Sacerdocio
REFLEXIONA
Sabes, Apocalipsis 19:10 dice que Jesús es el espíritu de
profecía. Todo el libro de Apocalipsis, todas las profecías bíblicas, exaltan a
Jesús, Él es a quien DEBEMOS EXALTAR CADA DÍA, puesto que TU NECESITAS CONOCER
a JESUCRISTO COMO SEÑOR Y SALVADOR. Porque, lo que se ha estado describiendo en
ese terrible tiempo de tribulación de siete años, no será un tiempo en el cual
nadie querrá estar vivo. Ahora, algunas personas dicen, bueno, ¿Esa es una
válvula de escape para sacarte del problema? Sí, lo es, pero son los términos
de Dios. Por su gracia, Él me ha dado la oportunidad de recibirle, a Jesucristo, quien es exaltado en la profecía
bíblica, y que vino a lavar todo pecado. es decir, Él murió en una cruz y tres
días más tarde resucitó de entre los muertos. Su MUERTE en la CRUZ llevó la
acta de PECADOS MIOS, pagando con el DERRAMAMIENTO de SU SANGRE, lavó y limpió
mi pecado, y cuando Él RESUCITÓ de ENTRE los MUERTOS GARANTIZÓ, y es el único
capaz de hacerlo. Ahora, siendo ese el caso, y si exaltamos a Jesús, tienes que
aceptar lo que dice, has de admitir que
eres un pecador frente a un Dios perfecto, santo, puro. Él estableció las
normas. Él envió a Su Hijo para eliminar el problema del pecado, tienes que
confiar en Cristo, en Su MUERTE, SEPULTURA y RESURRECCIÓN. Y luego, así como
todos nosotros lo hemos hecho, tienes que invocarle para que venga a tu corazón
y vida y te salve. Eso es lo que hay que hacer antes de que todas estas cosas
comiencen. Y YA NO HAYA MAS REMEDIO.
ORACIÓN
Padre, reconozco que JESUCRISTO murió por mis pecado, y
en este momento, en ejercicio de mi voluntad, le recibo dentro de mi corazón,
como mi único Señor y Salvador. Así mismo, Padre protégeme de cualquier idea,
cosa o relación con una persona, que con lentitud me lleve al camino equivocado
del apego y así entiviarme. Mantén mis pensamientos fijos más bien en todo lo
que es verdadero, puro, amable, y digno de alabanza. Hazme ser muy sensible a
las personas que hay en mi vida y a las influencias que ejercen sobre mis
hábitos espirituales, emociones, mentales y físicos. Trae amigos genuinos y
sabios a mi vida y disuelve cualquier lazo de apego con aquellos que pueden
debilitar mi relación contigo. Sé que nada guarda mi corazón más que hacer tu
voluntad.
Pastor Jorge Miranda S.